9 de diciembre de 2008
Ayer, mi esposo y yo armamos el nacimiento.
Todavía no tenemos árbol de navidad y en verdad no pienso comprarlo hasta el año que viene para la primera navidad de mi hijita… por ahora creo que lo más importante es el nacimiento.
No sé si todos tienen la tradición de comprarle algo nuevo al nacimiento cada año, un regalito para el niño pues...yo tenía esa tradición en casa de mi mamá y la he llevado a mi casa también; así que ayer salimos a buscarle un animalito al nacimiento, queríamos comprarle una o dos ovejitas. Lo complicado del asunto era buscar la proporción de los animalitos para que no parezca una oveja enana o una oveja gigante que se pueda comer a todos los demás personajes, al final hemos encontrado una ovejita que nos ha convencido y la hemos llevado a casa para colocarla en el nacimiento.
Cuando era chica siempre me queje con mis padres por no comprar una casita o pesebre para poner dentro el nacimiento y mi papá siempre me explicaba que cuando él había estado en Israel visitó el lugar donde nació el niño Jesús y que era una cuevita y por eso él armaba cuevita y no compraba casita o pesebre. Algunas veces me dije a mi misma que cuando yo tuviera mi casa me compraría la casita pero con los años me he llegado a convencer de que prefiero armar la cuevita a comprar la casita j eje j eje.
Me gusta la forma en que armamos el nacimiento, me gusta la sensación de trabajo en equipo y la sintonía que mi esposo y yo tenemos para hacer las cosas, después cuando quedó terminado y encendimos las lucecitas y miramos lo que habíamos armado me invade una alegría que entremezcla el sentimiento navideño con la satisfacción del trabajo terminado y con el inmenso amor que siento por mi esposo.
Puede sonar cursi o tonto quizás, pero estas pequeñas cosas a mi me hacen demasiado feliz, me hacen sentir que tengo a mi lado a mi compañero ideal y me reconfirman que mi amor por él no sólo se basa en el sentimiento apasionado y arrebatador que siento por él sino en la realidad de que él y yo tenemos una química única que nos permite entendernos y sintonizar nuestras ideas de manera inigualable.
Todavía no tenemos árbol de navidad y en verdad no pienso comprarlo hasta el año que viene para la primera navidad de mi hijita… por ahora creo que lo más importante es el nacimiento.
No sé si todos tienen la tradición de comprarle algo nuevo al nacimiento cada año, un regalito para el niño pues...yo tenía esa tradición en casa de mi mamá y la he llevado a mi casa también; así que ayer salimos a buscarle un animalito al nacimiento, queríamos comprarle una o dos ovejitas. Lo complicado del asunto era buscar la proporción de los animalitos para que no parezca una oveja enana o una oveja gigante que se pueda comer a todos los demás personajes, al final hemos encontrado una ovejita que nos ha convencido y la hemos llevado a casa para colocarla en el nacimiento.
Cuando era chica siempre me queje con mis padres por no comprar una casita o pesebre para poner dentro el nacimiento y mi papá siempre me explicaba que cuando él había estado en Israel visitó el lugar donde nació el niño Jesús y que era una cuevita y por eso él armaba cuevita y no compraba casita o pesebre. Algunas veces me dije a mi misma que cuando yo tuviera mi casa me compraría la casita pero con los años me he llegado a convencer de que prefiero armar la cuevita a comprar la casita j eje j eje.
Me gusta la forma en que armamos el nacimiento, me gusta la sensación de trabajo en equipo y la sintonía que mi esposo y yo tenemos para hacer las cosas, después cuando quedó terminado y encendimos las lucecitas y miramos lo que habíamos armado me invade una alegría que entremezcla el sentimiento navideño con la satisfacción del trabajo terminado y con el inmenso amor que siento por mi esposo.
Puede sonar cursi o tonto quizás, pero estas pequeñas cosas a mi me hacen demasiado feliz, me hacen sentir que tengo a mi lado a mi compañero ideal y me reconfirman que mi amor por él no sólo se basa en el sentimiento apasionado y arrebatador que siento por él sino en la realidad de que él y yo tenemos una química única que nos permite entendernos y sintonizar nuestras ideas de manera inigualable.