10 de abril de 2008
Hace tiempo quería escribir algo acerca de los audífonos y su presencia excesiva en nuestras vidas, mi posición al respecto es bastante critica, sin embargo se fueron pasando los días sin que la exponga y de pronto ya no tengo ganas de expresar esas criticas que tengo, sino que me dan ganas de hablar de su utilidad.
Los audífonos simplemente sirven para dejar de oír al resto, para sumergirnos en nuestra propia burbuja, una burbuja conformada únicamente por nosotros y por la música que decidamos oír, una burbuja que resulta ser otro universo donde importa poco lo que sucede alrededor donde podemos concentrarnos a mil por hora en nuestra labor o podemos simplemente concentrarnos en la música; en realidad es elección tuya lo que hagas, al final los demás ya no están allí más que como marco o imágenes que se mueven en silencio alrededor tuyo.
Hoy después de algún tiempo he encendido la radio de mi cel y me he olvidado de todos, simplemente me llegaron todos y preferí irme, metafóricamente hablando, de esa oficina y solo dedicarme a escribir mis cosas a pensar mis cosas a buscar las respuestas y tratar de culminar con mis pendientes sin tratar de ayudar a nadie más ni preocuparme por nada más que mis propias cosas.
Supongo que a veces uno necesita desprenderse del mundo entero y pensar tranquilo sus cosas y allí si que son útiles los benditos o malditos audífonos.
Los audífonos simplemente sirven para dejar de oír al resto, para sumergirnos en nuestra propia burbuja, una burbuja conformada únicamente por nosotros y por la música que decidamos oír, una burbuja que resulta ser otro universo donde importa poco lo que sucede alrededor donde podemos concentrarnos a mil por hora en nuestra labor o podemos simplemente concentrarnos en la música; en realidad es elección tuya lo que hagas, al final los demás ya no están allí más que como marco o imágenes que se mueven en silencio alrededor tuyo.
Hoy después de algún tiempo he encendido la radio de mi cel y me he olvidado de todos, simplemente me llegaron todos y preferí irme, metafóricamente hablando, de esa oficina y solo dedicarme a escribir mis cosas a pensar mis cosas a buscar las respuestas y tratar de culminar con mis pendientes sin tratar de ayudar a nadie más ni preocuparme por nada más que mis propias cosas.
Supongo que a veces uno necesita desprenderse del mundo entero y pensar tranquilo sus cosas y allí si que son útiles los benditos o malditos audífonos.